Cesar Philipp - Allegoria Della Primavera |
Huele a aire fresco, la brisa suave trae aromas de flores silvestres. Los caminos muestran ya una paleta de tonos verdes moteados de blancos, de rosaceos, de amarillos. Los árboles se llenan de frutos y de pequeñas hojas que los iran vistiendo hasta quedar cubiertos de su capa de hoja fresca.
La energía del sol y las templadas noches de luz de luna se acercan, y con ello el despertar de la tierra, el renovar, el renacer y la bienvenida a la parte luminosa del año.
En la antiguedad, algunas culturas como la celta daban importancia a cuatro festividades anuales que conocemos en parte gracias al calendario de Coligny y otros encontrados en la zona francesa. Sabemos la importancia para estas culturas de la división del año en dos mitades, la oscura y la luminosa. Y aunque será en Beltaine cuando se celebre una de sus fiestas máximas, los equinoccios, como fenómeno atmosférico han sido importantes desde la antiguedad y en numerosas culturas. No como lo conocemos hoy en día, eso sí.
El Neopaganismo ha dado nombre a algunas festividades de las que no hay constancia que se celerasen como tal en esta fecha, como es la fiesta de Ostara, que pese a ser una invención del siglo XX viene a recoger la esencia de muchas de las costubres que directa o indirectamente se venían celebrando para recibir la primavera. El cristianismo también ha disfrutado de este momento alegre y luminoso para celebrar la Pascua Cristiana, al fechar su celebración el primer domingo tras la primera luna llena después del equinoccio de primavera.
Durante el fenómeno que conocemos como Equinoccio, un término cuya raiz etimológica proviene del latín "aequinoctium" (aequus nocte) o "noche igual", es decir, las mismas horas de luz que de oscuridad. Es el momento en que renace la luz, hasta ahora habíamos tenido más horas nocturnas que diurnas, el equinoccio las iguala y a partir de ahora vamos ganando horas de luz. Es por eso que como la mayoría de las celebraciones de la antiguedad, especialmente de las culturas paganas, las festividades, ritos o celebraciones que ahora se inician tienen que ver con el renacer, con la fertilidad, o el inicio del ciclo agrícola. Desde las primeras manifestaciones rituales al cristianismo, simplificando mucho, es cierto, pero podemos decir que en definitiva lo que se celebra es la muerte y el renacer, ya sea del ciclo natural con el paso de los días soleados y la muerte del frío invierno o con la muerte y resurección de cristo.
El término primavera proviene del latín Prima "primer" y Vera "primavera", Al principio de la primavera. Mientras que la primavera en sí, la "plena primavera" sería denominada Verano, término que procede del latín vulgar Veranum Tempus o "tiempo primaveral" Ver "primavera" y Anum "relativo a"
Mientras que el verano en sí, será Estío que procede del latín Aestivus "de verano"
Será a principios del siglo XVIII cuando se establezca la clasificación actual, por lo que hasta esa fecha el período que va desde el 21 de marzo al 21 de septiembre tenía tres nombres:
Primavera que designaría el comienzo de la estación.
Verano que sería el tiempo de primavera (Lo que hoy llamamos verano)
Estío para el resto del verano.
Así pues, lo que celebramos con el equinoccio y la entrada de la estación es El principio de la primavera, ese despertar después del largo y oscuro invierno.
Windflower. John William Waterhouse from 1902. |
Si nos centramos en el paganismo, y más allá del mito griego sobre el origen de la primavera con el rapto por parte de Hades de la hija de Démeter: Perféfone; conocemos numerosas representaciones de este renacer en la mitología y en la literatura, como El Caballero Verde, a quien se enfrentó Sir Gawain, un poema medieval con claro sustrato céltico. O el dios griego Pan, el fauno romano que bien conocemos por su asociación con la fertilidad y la naturaleza salvaje. Seres protectores del bosque como el Basajaun o Bosnerau de la mitología vasca y aragonesa y su pareja, mucho menos conocida: Basandere. Figuras asociadas a la protección de pastores y rebaños, a la naturaleza salvaje, moradores de cuevas y bosques y que claramente se parecen mucho a Pan o Fauno. Algunos antropólogos y etnógrafos lo vinculan al recuerdo del hombre de Neandertal, algunos van más allá asociando este predecesor del Homo Sapiens a la mítica figura del Yeti o los Trolls. Sea como fuere, reminiscencias ancestrales que todavía perduran en la memoria de muchas zonas rurales.
Pan y la Siringa. Walter Crane. |
Entre ellas y por su afinidad con el dios Pan, el fauno o el mismo Diaple, encontramos en el folclore aragonés una figura muy presente y significativa protagonista de alguna leyenda de la zona.
El Buco en Aragón
Buco es como se conoce en aragón al macho cabrío. Es la imagen de la fertilidad de la naturaleza y está presente en festividades, danzas y ritos de algunos pueblos del alto aragón, como las Trangas o el carnaval de Bielsa. También se dice que el mismo diaple se aparece bajo la forma del Buco en las reuniones de brujas que tienen lugar en las Lannas del boc o lugares de rito. Otras veces el diaple aparece montado en este majestuoso animal.
Pese a su transformación en diablo, el Buco ha sido siempre considerado como algo beneficioso, especialmente entre los pastores que contaban siempre en su rebaño con un buco negro para atraer la buena suerte, y colocaban en los trucos o cencerros de los animales símbolos como las quatrefuellas, una cruz de origen indoeuropeo muy similar al lauburu vasco y el símbolo de Hexapetala, una roseta con la flor de la vida, como la que conocemos en el Caldero de Gundestrup del arte celta de La Tene.
Bucardo. Cabra pirenáica. |
Para mí, todo lo que esté asociada a las cabras o los pastores es algo que me toca la fibra sensible y que me gusta mucho. Desde la propia figura del Buco, de las cabras, de los ancestrales Bucardos, al pastor; esa figura que está a medio camino entre el pueblo y la naturaleza salvaje, que conoce los entresijos de esta por las largar jornadas en solitario, que custodia historias de otros tiempos. Mi tio Miguel fue pastor de cabras y para mi siempre será muy especial y lo tendré muy presente. Estoy haciendo un pequeño trabajo de investigación sobre el folclore y los pastores y espero poder contar algunas cosas muy pronto.
Y hablando de mi tío, de mi pueblo y de estas figuras de Bucos, os voy a contar una pequeña leyenda del lugar:
Vista desde Riglos © Falldara |
El hombre choto
Se conoce como Hombre Choto a un ser monstruoso de la mitología aragonesa, nacido de la unión de un macho cabrío y una mujer, que, según la leyenda recogida por Ángel Garí en Bailo, podía convertirse en pastor o en macho cabrío, sembrando el terror entre los pastores por su monstruosa apariencia.
Cuentan en Riglos, que el personaje de esta historia, era hijo de una pastora y de un buco. Vivió hace muchos años, en compañía de su madre y de la soledad. Junto a su rebaño. La vida salvaje, y la fortaleza física que mostraba, hicieron que fuese tan temido como asustadizo. Su apariencia caprina, su cuerpo con una abundancia de pelo inusual y unas dotes de agilidad poco comunes, hicieron que se ganase el apodo de Hombre Choto.
Conocía de vista a muchas mujeres, pero nunca había cruzado ni una sola palabra con ninguna. Es más, lo apedreaban, le insultaban o se reían de él y de su aspecto.
Un día vio una a la que jamás antes había visto. Era diferente. No era una pastora como su madre ni como las otras que conocía. Vestía diferente, su piel era más blanca y fina, y hasta olía diferente. La siguió durante algunos días a escondidas mientras paseaba. Cuando ella se paraba, el se acercaba hasta que podía sentir su olor con toda intensidad. Después regresaba hasta su casa embriagado por aquel aroma que ya no podía olvidar. Como es natural ella también se percató de su presencia por el olor que desprendía. Y al final, surgió una sincera amistad.
El Hombre Choto hablaba con ella de todo lo que jamás había hablado con ninguna otra persona. Se encontraba a gusto con ella. Y hasta se llegó a enamorar más de lo que imaginaba.
Ella, estaba allí por una enfermedad que sufría. Sentía mucha lástima por su amigo. El le ayudó con su conocimiento de todas las plantas hasta que sanó totalmente, momento en el que ella desapareció.
El sentía amor, y ella solo lástima, lo que condujo al Choto a la desesperación y a la locura. La buscaba por todos los sitios que conocía. La buscó día y noche. Llegó a tal estado de locura, que una noche sin Luna se arrojó desde lo más alto de los Mallos.
Y dicen los que pasean cerca de estas rocas en las noches oscuras de primavera que todavía se le oye llamando a ella y arreando a su rebaño.
Yemas de huevo con rebozo de pétalos de rosa. © Falldara |
Este inicio o despertar de la primavera, de las entidades de la naturaleza más salvaje tendrá su continuidad, pues a lo largo del resto del tiempo primaveral y del estío, serán numerosas las fiestas que principalmente en el mundo rural se conservan de tiempos ancestrales y de las que os hablaré muy pronto.
Entrad de lleno en la primavera, celebrad su llegada y disfrutad de lo que nos regala.
¡Nos leemos muy pronto!
Notas
1. Ostara. Celebración festiva neopagana que se
inicia el día del equinoccio de primavera y da la bienvenida a la estación primaveral adorando a la diosa Ostara o Eostre.
2. El mito de hades y perséfone. En la mitología griega, la entrada de la primavera se explica con este mito.
3. Diaple. Diablo en aragonés.
4. Buco. Macho cabrío.
5. Lannas. Eras.
6. Boc. Chivo. En algunas zonas de aragón y en cataluña.
Bibliografía
Breve inventario de seres mitológicos fantásticos y misterioros de Aragón. Chema G. Lera.
Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias. Diccionario de 1611.
Diccionario de Autoridades de la RAE, publicado entre 1726 y 1739.
Seres míticos y personajes fantásticos españoles. Martín Sánchez.
Enciclopedia Aragonesa.
Aragonario.
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